domingo, 2 de octubre de 2011

Sociedad de la Información, Información de la Sociedad


   Vivimos en una era caracterizada por vertiginosas redes de información en constante expansión, esta última impulsada por las nuevas tecnologías computacionales. El diluvio de datos bajo el cual nos encontramos nos exige darle un sentido a esta sobreabundancia de información en todos los ámbitos. Como señalaba ya en 2001 Raúl Delarbre a través de diez características de la Sociedad de la Información, esta veloz irradiación de semejante exuberancia de datos nos puede a veces desorientar y abrumar con una necesidad de omnipresencia. Nos vemos obligados en muchas ocasiones a estar presentes en varios lugares al mismo tiempo a través de, por ejemplo, los mails, celulares y redes sociales. Y muchas personas se sienten "fuera del sistema" si por alguna razón pierden esa conectividad.


   Lo cierto es que, con sus ventajas y desventajas, estos fenómenos son características de nuestros tiempos y debemos saber adaptarnos rápidamente a su dinámica, tratando de superar debates obsoletos y fútiles a esta altura como por ejemplo las dicotomías tecnofilia/tecnofobia, inforricos/infopobres, insiders/outsiders (Gubern, 2000; Enguita, 1990; Negroponte, 1995).

   En este nuevo contexto, las oportunidades y desafíos para aprender van mucho más allá de la escuela como lugar físico. Hoy en día hablamos más que nunca de un aprendizaje ubicuo, como lo llama Nicholas Burbules. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) facilitan notablemente la exploración de las complejas redes de información, comportándose como puertas y autopistas (portales y flujos, suena más tecnológico) para todos los que tengan acceso a ellas. Y esto último ("para todos aquellos que tengan acceso a ellas") no es un tema menor, porque si bien las TIC tienen un fuerte componente democratizador implícito, también sucede que, paradójicamente, la brecha digital se amplía cuando algún sector de la población se queda afuera de los avances exponenciales de las computadoras, la Internet, las redes sociales, los celulares. El acceso a este nuevo contexto, pues, pasa a ser no sólo una cuestión pedagógica sino también política y social.

   De la misma forma que en el aprendizaje, las oportunidades y desafíos de la enseñanza también se redefinen en el contexto de las TIC. Ya no sólo se trata de que el docente transmita el conocimiento que posee, sino lo que es más importante, transmita los criterios de discernimiento, selección, análisis y reflexión de la sobreabundante información disponible a través de las nuevas tecnologías. Proveer una guía para la búsqueda y construcción de conocimiento a partir del diluvio de datos se convierte en la redefinición y nueva responsabilidad del rol docente. Los meros enciclopedistas han muerto en su utilidad. Requiescat in pace.

   Como señala Carina Lion (2006), "las búsquedas en Internet pueden resultar laberínticas y derivar en naufragios cognitivos." Esto puede resultar frustrante tanto para estudiantes como para maestros, y es por ello que se vuelve imprescindible aceptar el fenómeno del aprendizaje ubicuo y permitir que las tecnologías atraviesen las paredes de las aulas, en vistas de fomentar un uso racional de las mismas.

   Para guiar a los alumnos (y a nosotros mismos, claro está) y evitar dichos naufragios, cada barco necesita un capitán. Y cada capitán necesita estar bien preparado, y contar con un buen mapa, una buena brújula, un buen catalejo.

   Debemos animarnos a explorar y navegar estos océanos crecientes de información para ser capaces de construir nuevos conocimientos. Bienvenidos al Perla Negra.

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