viernes, 28 de octubre de 2011

Navegando el océano virtual


   Mar adentro, cartografiar el océano de la web se vuelve rápidamente una tarea abismal e interminable incluso para flotas experimentadas. Sin duda, resulta extremadamente difícil caracterizar y clasificar territorios en constante cambio, y si uno no es cauto, se empieza a sentir superado por tempestades de herramientas e información que lo llevan rápidamente a un naufragio cognitivo.

   La cantidad de espacios, aplicaciones y oportunidades que se encuentran en la web es ciertamente impresionante. Los novatos tecnológicos (denominación que no tiene que ver necesariamente con la edad) no saben por dónde comenzar; los expertos no saben por dónde seguir. Ante este panorama, la desesperación se apodera de algunos, la resignación de otros. Pero es aquí donde, una vez más en nuestra vida, se torna esencial superar el miedo a lo desconocido y aventurarse a explorar con criterio aquello que nos puede resultar útil y beneficioso para aprender, enseñar, desempeñarnos en la profesión, comunicarnos, establecer relaciones sociales, entretenernos, organizarnos.



   Es que muchas de las actividades de la sociedad actual, de nuestra vida cotidiana, toman lugar en el ámbito de la web, lo cual desdibuja ese límite entre lo virtual y lo real que alguna vez parecía tan definido. Como consecuencia el rechazo de las nuevas tecnologías es hoy en día obsoleto en cualquier ámbito, y conlleva un sacrificio de oportunidades que no sólo desactualiza sino que también tarde o temprano aísla al tecnófobo.

   Esto no significa que estemos obligados a introducir en nuestra vida toda nueva tecnología que se nos cruza. Incluso aunque quisiéramos sería imposible; siempre va a haber alguna herramienta que no conocemos, algún espacio que no exploramos, sobre todo teniendo en cuenta la constante expansión de la web. Creo que lo prudente es animarse a conocer las principales oportunidades y utilidades que nos ofrece la red de redes, sin pretender volvernos expertos en el manejo de todas sus herramientas.

   Romaní y Kuklinski, en el capítulo 3 de su libro Planeta Web 2.0 (2007), se embarcan en esta ardua aventura de cartografiar los dominios de Internet, aun sabiendo que su mapa es provisorio y siendo conscientes de lo que llaman obsolescencia terminológica planificada, haciendo referencia al término marketinero "web 2.0". Con notable claridad distinguen cuatro ejes principales para aproximar la clasificación de las innumerables herramientas virtuales:

  • Social Networking (redes sociales): Facebook, Twitter, Myspace, ...
  • Contenidos: Blogger, Joomla!, Wikispaces, Google Docs, YouTube, Flickr, ...
  • Organización Social e Inteligente de la Información: Google, Delicious, Diigo, ...
  • Aplicaciones y Servicios (mashups): Google Earth, Meebo, Netvibes, Megaupload, ...



   Aun cuando nos encontraremos con un sinnúmero de aplicaciones (algunas ya conocidas, otras no, eso dependerá de la experiencia tecnológica de cada uno), notaremos que existe una feliz tendencia a hacer cada vez más sencillas las interfaces para el usuario (user-friendly interface), lo cual nos simplifica la tarea de exploración y experimentación. Esto es algo muy positivo, no sólo para los padawans de las nuevas tecnologías sino también para los Jedi Masters; después de todo, a nadie le gusta perder el tiempo con una interface compleja y frustrante. Esta tendencia es lógica si tenemos en cuenta la característica distintiva de la web 2.0: el rol activo, participativo y constructivo del usuario.

   En un análisis más macroscópico, al ir descubriendo y empleando estas herramientas de la web 2.0 somos testigos y (espero) partícipes de la filosofía colaborativa, que va orientando cada vez con más fuerza no sólo los avances tecnológicos sino también los científicos, y por ende las formas de aprender y de enseñar.

   Pero este será tema de nuestro próximo encuentro.

   *Goes offline* (Is that even possible nowadays?)

domingo, 2 de octubre de 2011

Sociedad de la Información, Información de la Sociedad


   Vivimos en una era caracterizada por vertiginosas redes de información en constante expansión, esta última impulsada por las nuevas tecnologías computacionales. El diluvio de datos bajo el cual nos encontramos nos exige darle un sentido a esta sobreabundancia de información en todos los ámbitos. Como señalaba ya en 2001 Raúl Delarbre a través de diez características de la Sociedad de la Información, esta veloz irradiación de semejante exuberancia de datos nos puede a veces desorientar y abrumar con una necesidad de omnipresencia. Nos vemos obligados en muchas ocasiones a estar presentes en varios lugares al mismo tiempo a través de, por ejemplo, los mails, celulares y redes sociales. Y muchas personas se sienten "fuera del sistema" si por alguna razón pierden esa conectividad.


   Lo cierto es que, con sus ventajas y desventajas, estos fenómenos son características de nuestros tiempos y debemos saber adaptarnos rápidamente a su dinámica, tratando de superar debates obsoletos y fútiles a esta altura como por ejemplo las dicotomías tecnofilia/tecnofobia, inforricos/infopobres, insiders/outsiders (Gubern, 2000; Enguita, 1990; Negroponte, 1995).

   En este nuevo contexto, las oportunidades y desafíos para aprender van mucho más allá de la escuela como lugar físico. Hoy en día hablamos más que nunca de un aprendizaje ubicuo, como lo llama Nicholas Burbules. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) facilitan notablemente la exploración de las complejas redes de información, comportándose como puertas y autopistas (portales y flujos, suena más tecnológico) para todos los que tengan acceso a ellas. Y esto último ("para todos aquellos que tengan acceso a ellas") no es un tema menor, porque si bien las TIC tienen un fuerte componente democratizador implícito, también sucede que, paradójicamente, la brecha digital se amplía cuando algún sector de la población se queda afuera de los avances exponenciales de las computadoras, la Internet, las redes sociales, los celulares. El acceso a este nuevo contexto, pues, pasa a ser no sólo una cuestión pedagógica sino también política y social.

   De la misma forma que en el aprendizaje, las oportunidades y desafíos de la enseñanza también se redefinen en el contexto de las TIC. Ya no sólo se trata de que el docente transmita el conocimiento que posee, sino lo que es más importante, transmita los criterios de discernimiento, selección, análisis y reflexión de la sobreabundante información disponible a través de las nuevas tecnologías. Proveer una guía para la búsqueda y construcción de conocimiento a partir del diluvio de datos se convierte en la redefinición y nueva responsabilidad del rol docente. Los meros enciclopedistas han muerto en su utilidad. Requiescat in pace.

   Como señala Carina Lion (2006), "las búsquedas en Internet pueden resultar laberínticas y derivar en naufragios cognitivos." Esto puede resultar frustrante tanto para estudiantes como para maestros, y es por ello que se vuelve imprescindible aceptar el fenómeno del aprendizaje ubicuo y permitir que las tecnologías atraviesen las paredes de las aulas, en vistas de fomentar un uso racional de las mismas.

   Para guiar a los alumnos (y a nosotros mismos, claro está) y evitar dichos naufragios, cada barco necesita un capitán. Y cada capitán necesita estar bien preparado, y contar con un buen mapa, una buena brújula, un buen catalejo.

   Debemos animarnos a explorar y navegar estos océanos crecientes de información para ser capaces de construir nuevos conocimientos. Bienvenidos al Perla Negra.